Soy José Sebastián, un idiota alunizado, de quien sus amigos, analistas y catedráticos piensan que es un huevón por no decidirse a robarle un beso a Jade, cuyo enamorado recién la había terminado.
Después de las doce de la noche, en una común navidad, iba a dejarle una tarjeta y un regalito más.
Llegué a las afueras de la casa con un terrible dolor de panza, me sentía estreñido. ¿Serían los nervios? Tenía que pasarme justo en aquel momento. Pero no importó, traté de sobreponerme a la angustia y planear cada uno de los detalles de ese encuentro entre ella y yo y yo y ella...La imaginaba diciéndome ¡Feliz navidad, amigooo! y yo...¡Feliz Navidad Jade, mira...hice esto para ti!...ay ¡qué lindo! gracias Sebas...y eso me diría seguro mientras me regalaba un caluroso abrazo.
-Oye sonso, qué haces ahí parado pensando, ven entra al toque.
-¿Ah?...sí, sí..ya voy...
No podía creerlo, el destino me la mostraba por primera vez con una falda, y una muy pequeña. Tan pequeña como para mirarle las piernas de un modo no tan inocente.
-Rápido, cierra la puerta y sube las escaleras-me dijo sin darme tiempo de saludarla.
Sentí que había entrado a un hoyo negro, donde se disuelve por completo la sensación de espacio y tiempo. Todo estaba tan oscuro. Su silueta se desvaneció en ese cosmos nebuloso al subir las escaleras que la llevaban del primer al tercer piso. Por los sonidos de sus tacos intuía que Jade estaba adelante, subiendo a todo vuelo. Y yo al mismo ritmo la perseguía perdido en las tinieblas. No veía nada pero quería verlo todo. A unos cuantos peldaños estaba ella con una falda corta, muy corta...recorta...quien sabe si a lo mejor su trasero estaba en mis narices.
Era la primera vez que me hacía pasar a su casa. No me lo esperaba. Pensé que sólo me recibiría en la puerta como era de costumbre. Pero no, me hizo subir, y detrás de ella, en la negrura de las sombras, con un vestido cardíaco y un olor a pecado, ¿qué debía yo pensar? ¿que era mi noche? ¿mi regalo de navidad carnal? ¿me querrá violar?