La segunda mitad de nuestro
último año escolar pareció correr más rápido. Vivíamos tan ajetreados
resolviendo las tareas que los ‘profes’ dejaban a diario - como si trataran de vengarse por los cinco
años que los habíamos hecho padecer -
que no hubo tiempo para despedirnos del terral de la avenida Aviación
con una aguerrida pichanga de fútbol. Una mañana de Septiembre la maquinaria
pesada del Municipio se apostó en nuestro fortín futbolero y enterró gran parte
de nuestra infancia, dejándonos el corazón hecho añicos. Pepito Zárate se
mostró insensible ante nuestra congoja. Después
de aquella mala jornada que le costó la expulsión de la escuela no quiso volver
a compartir momentos de tertulia con el grupo, ni siquiera participó del torneo
de ajedrez por el día de la juventud que organizó Jaime Alvarado y premió, como
nunca antes, con veinte nuevos soles al ganador. Tampoco lo vimos como otros
años reventando cohetones la noche de navidad ni quemó el tradicional muñeco
para recibir el nuevo año. El “cabezón” Alán, a quien Pepito consideraba como
su mejor amigo, pudo hablar con él una tarde. En una plática que se prolongó
hasta el anochecer, le contó su decisión de no volver a patear un balón de
fútbol. “Hay que dedicar el tiempo a cosas importantes. Yo quiero ser un buen
profesional”. Pepito Zárate se había
dedicado los últimos meses a ‘chancar’ duro. Sobre su mesa de estudios habían
libros de algebra, geometría, física elemental, química y varios prospectos de
diferentes universidades del país. Su objetivo era conseguir en su primera
postulación, una de las vacantes a la carrera de Derecho en la Universidad Nacional
de Trujillo. Por entonces, nadie en el grupo se preocupaba por definir ese tema; aquél era un asunto que tendría que
“caer por su propio peso”.
Dos Ranas Disfrutando de un Paseo
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DOS RANAS DISFRUTANDO DE UN PASEOFue el viernes 22 de noviembre del año
pasado, 2024, cuando vi a las ranas por primera vez. Era una tarde de otoño
y está...
Hace 1 semana.