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martes, 21 de enero de 2014

Leyendas de Chimbote: Enterrados bajo el puente


Por: Juan Antonio Alvarez Gavidia
Una vieja leyenda perdida
de la época del ferrocarril a vapor

Viaducto de Chancay  tomada antes de la guerra de 1879, año en que fue destruido, tomada por Alexander Gardner

"No estoy segura, hijito. Pero uno de mis familiares desapareció durante la época en que los gringos llegaron para construir los puentes y rieles del ferrocarril. Su nombre era Ángel López, él vivía en el Centro Poblado de Porvenir (Santa Rosa - Pallasca), y muchos dicen que desapareció porque fue sacrificado por los extranjeros para ser enterrado vivo debajo de las construcciones.” Mi bisabuela Micaela López de Gavidia a pesar de sus 93 años, recuerda con esfuerzo aquellas misteriosas desapariciones que rondaron en su infancia.  Su relato envolvía la probabilidad del nombre de una víctima de aquella masacre humana, cuyo propósito era enterrar personas vivas y de pie en los muros de los puentes ferroviarios para que estos resistieran la inclemencia del tiempo, y el peso de las locomotoras y vagones.


La primera vez que oí esta tremebunda historia fue durante una reunión familiar. Mi abuelo, instigado por sus nietos, empezó a contar anécdotas de su natal pueblo de Santa Rosa (Pallasca) que nunca antes se le había escuchado. La más aterradora, y por ende la que acaparó toda mi atención fue aquella que narraba los pormenores de la construcción del Ferrocarril Chimbote – Huallanca. “Durante el oncenio de Leguía, cuando levantaron el ramal ferroviario que fue desde Chuquicara hasta La Galgada, construyeron en él cuatro puentes para que pasara el tren: el primero en Chuquicara, los otros dos cerca del Km 17, y el último en Quiroz; muchos decían que para que éstos resistieran se creía necesario enterrar a personas vivas, sí hijo, seres humanos, que eran colocados de pie, entre los muros, para reforzarlos con sus almas. Algunos eran trabajadores de las construcciones, que de pronto desaparecían, y ya todos se imaginaban lo que les había pasado. Por lo general sacrificaban a los shamunques, gente del Perú profundo a la que casi no se le entendía el castellano. Por puente sacrificaban a dos, uno a cada extremo.”

La imaginación me traicionó en ese momento. ¿Qué rituales habrían traído esos gringos de su país?, ¿pertenecerían a alguna secta? ¿Qué otras sorpresas trajo la época 1919-1924, fecha en que se construyó la ruta Chuquicara-La Galgada? Investigando un poco más, me di con la sorpresa de que ésta práctica que pareciese una leyenda aquí, se practicó en otras partes del mundo. El célebre historiador de las religiones Mircea Eliada, en su libro “Lo profano y lo sagrado” escribió lo siguiente: “Según otro grupo de mitos (cosmogónicos)…Para que dure una construcción (casa, templo, obra técnica, etc.) ha de estar animada, debe recibir a la vez una vida y un alma. La transferencia del alma sólo es posible por medio de un sacrificio sangriento. La historia de las religiones, la etnología, el folklore, conocen innumerables formas de sacrificios de construcción, de sacrificios sangrientos o simbólicos en beneficio de una construcción. En el sudeste de Europa, estos ritos y creencias han dado origen a admirables baladas populares que escenifican el sacrificio de la esposa del maestro albañil, a fin de que el puente de Arta en Grecia pueda terminarse (cf. las baladas del puente de Arta en Grecia, del monasterio de Argesh en Rumania, de la ciudad de Scutari en Yugoslavia, etc.)”. Según consta en la historia, en Japón era una práctica común enterrar viva a la víctima debajo de diques, puentes, y castillos, como una oración a los dioses.

Haciendo los cálculos se pueden haber realizado ocho sacrificios. No obstante; otros suponen, que pudieron haber sido más. En ese entonces le llamaban graneros a la acumulación de ripio que había en los cerros, y que al desprenderse bloqueaban las carreteras. Para frenar esos derrumbes se construían muros, que también estaban recubiertos con el sacrificio de un ser humano, todo para que su resistencia sea mayor. Algunos cuentan que los gringos eran tan perversos que les contrataban para hacer su propia tumba. “Mira amigo, tengo un trabajo para ti, has hueco acá, para qué hora estará, lo necesitamos rápido, te pagaremos bien. ¿A medianoche? Ya… Ya terminaste, es un buen trabajo, ¿cabes?...” según cuentan, el secreto era enterrarlos vivos para que funcione.

Para alivio de algunos, la construcción no llegó muy lejos, se quedó hasta La Galgada. Muchos podrían creer que una maldición o los azares del destino en complicidad con la naturaleza se encargarían de vengar a estos sacrificados. Primero ocurrió la tragedia de Condor Cerro (1951) que mató a 98 personas, y luego, algunos años después, el Terremoto del 70 destruiría el puente de Chuquicara, el  único que había resistido hasta ese entonces, y que ahora sólo es un puente destruido. Sin embargo; los pilares, los muros, donde probablemente siguen los huesos de los malditos del puente, aún están en pie.

También publicado en nuestra página de facebook http://goo.gl/PURjy6

9 comentarios:

  1. es muy larga resmida porfavor

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    1. Había una gente y se desapareció por que la enterraron viva en el puente para que Resistiera fin 😂😂 no les gusta leer buena historia

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  2. son como 60 renglones y les da flojera.hay que comer 3 veces al dia durante toda la vida, no creo que se cansen

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  3. Felicitaciones por esta iniciativa que nos permite integrar relatos para tener una mejor apreciacion del desarrollo historico de nuestro Chimbote

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