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lunes, 10 de marzo de 2014

Serapio Baca Tamayo, el maquinista



A sus 94 años recuerda con júbilo la época del ferrocarril

Antes de las seis de la mañana tenía que estar en pie y empezar a prepararme para salir rumbo a la estación ferroviaria, ya que el tren partía de Chimbote hacia Huallanca a las siete en punto”, cuenta don Serapio Baca, aflorando recuerdos con una nitidez que a sus 94 años resulta sorprendente. Último de cuatro hermanos, don Serapio vio la luz del mundo el 14 de noviembre de 1919. A pesar de sus años, conserva la contextura esmirriada que lo caracterizó en su juventud y posee el sentido exacto de ubicación de los hechos, una memoria bibliográfica y equilibrio emocional, cualidades que, según él, todo buen maquinista debía tener para conducir los vagones del tren con sobriedad por la difícil serranía ancashina. Su padre, Espíritu Baca, un contratista constructor, estuvo a cargo del levantamiento de los terraplenes desde Chuquicara hasta Galgada, por eso don Serapio nació en la estación La Limeña, cerca de Chuquicara. “A mí me gusto desde niño el ferrocarril, por eso me dediqué desde muchacho a ser ferroviario”, afirma con mirada vivaz.