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miércoles, 14 de marzo de 2012

DIGO YO...

Fotografiar significa detener la historia por una milésima de segundo y fijar los hechos a una imagen, o sea apoderarnos de una pequeña parte del mundo en la cual estamos insertos. (…)Su poder de reproducir exactamente la realidad externa –poder inherente a su técnica- le presta un carácter documental y la presenta como el procedimiento de reproducción más fiel y más imparcial de la vida social de una comunidad” 

Claudio Guillermo Abbruzzese en La fotografía como documento de archivo 



CHIMBOTE EN UNA MILÉSIMA DE SEGUNDO

Qué imagen obtendríamos de nuestra ciudad si la detuviéramos por una milésima de segundo en este preciso momento. Sí, el tiempo justo que se toma un fotógrafo en apretar el disparador de su cámara y hacer clic para inmortalizar una escena, un personaje, un detalle, una sonrisa, un dolor, una herida…Imagino por un instante que poseo un impresionante lente gran angular y estoy parado justo en la cima de la majestuosa cruz de la paz, desde donde puedo obtener una nítida visión panorámica de nuestro populoso puerto. Son las tres de la tarde del miércoles 15 de febrero y he presionado el botón de mi cámara para detener la historia por una milésima de segundo… El sol abrasa la piel de los transeúntes, achichara las cabezas de cutreros y pescadores artesanales entretenidos en el fragor de sus faenas cotidianas en la mar; el astro rey recalienta los ánimos de la clase política enfrentada por sus inconsecuentes apetitos de poder que han conllevado a iniciar el proceso de revocatoria, mientras que en los rincones olvidados de la ciudad - que son los mismos que están retratados en mi memoria desde los tiempos de mi infancia - persiste la miseria y la tan mentada bonanza económica aún no ha pasado por sus polvorientas calles. 
El escenario de esta imagen tiene una diversidad de matices que oscilan entre el color gris (sinónimo de la indiferencia y la postergación) que muestra la contaminada bahía y el verdor de los frondosos árboles del vivero forestal que ayudan a conservar el aura ecológica de Chimbote, tantas veces siniestrada por la avalancha industrial y últimamente por la aparición totalitaria de los emporios comerciales instalados en una zona desde siempre destinada a fines recreativos y ambientales; sin embargo hay miles de sonrisas destellantes alrededor del cartel de modernidad con el que vienen precedidas estas trasnacionales. ¿Será que todo depende del cristal con el que se miren las cosas?

La ciudad ha cambiado en muchos aspectos. En el retrato que ahora aprecio abundan los campos de fútbol y fulbito de gras sintético, existen más kilómetros de calles asfaltadas, se dejan ver remozados parques, también se aprecian por doquier cuadrillas de hombres sudorosos vestidos con chalecos naranja y cascos de vinílico entregados a las faenas del boom de la construcción, lo que hace suponer que finalmente nos encaminamos hacia la cumbre de la modernidad. Pero debo creer completamente en lo que muestra esta instantánea de la ciudad. No sería conveniente y razonable, activar el zoom de la cámara y ahondar en los detalles. ¡Vaya sorpresa! Varios de los mencionados campos sintéticos lucen deteriorados a sólo dos años de su construcción. El caos vehicular persiste por la incapacidad del gobierno regional para llevar a cabo la remodelación de la avenida más importante de la ciudad (Av. Pardo), abandonada hace más de 10 meses; ahondando en el tema diré que los carteles donde se registran el costo de las obras hacen suponer que muchas de ellas sobrepasan su valor real. La consigna de los buenos gobiernos es demostrar “capacidad de gasto”, pero en ese intento gastador se ha dejado de lado la honestidad y sensatez para ejecutar obras de calidad que garantice una permanencia en el tiempo.

Desde otro ángulo de la toma se aprecian los conflictos sociales, que persisten en las calles en una pugna interminable por imponer la razón de unos sobre otros y viceversa. Tengo la sensación de que a pesar de los cambios materiales que ha sufrido la ciudad, todo sigue igual en el espíritu de la foto. Quisiera conocer un poco más, pero es una pena que las fotos no muestren los pecados.

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