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domingo, 22 de marzo de 2015

Chimbote y la revolución industrial

Por Walter Elías Álvarez Bocanegra

–Cuándo, cómo, dónde, nació Chimbote –pregunta el historiador.
–¿Chimbote?, ah, sí, claro –responde la fuente histórica:

Chimbote 1944
Chimbote es un pequeño pueblo situado a 640 kilómetros al norte de la capital peruana, entre una hermosa bahía y una verde campiña. Por largos años vivió una vida apacible entre los altos picachos andinos y la costa del Pacífico. Nada turbaba la invariable y sosegada actividad de sus agricultores y pescadores, pero de súbito, un vértigo de modernidad sacudió todo y hoy el antiguo silencio es roto por el ruido de las excavadoras mecánicas y las explosiones de la dinamita, mientras el mundo entero vive la angustia de una guerra, socialismo y capitalismo brindan con el mismo vodka.
Todo el pueblo pasa rápidamente de la etapa agrícola a la industrial. Es muerte del feudalismo y nacimiento del capitalismo. Tres nuevas fuentes de riqueza, carbón, hierro y fuerza motriz, harán de Chimbote un importante centro industrial y abrirán al Perú un nuevo y amplio horizonte que lo librará de depender tanto de las importaciones, al mismo tiempo ofrecerá miles de nuevos empleos y diversificará la economía nacional. Los indios de hacienda, de los andes, dejaran a sus patrones a quienes vienen sirviendo en forma gratuita y se emplearán en Chimbote.
Gigantescos afloramientos de carbón yacen en las altas montañas que se levantan al noreste del pueblo. Desde estas minas, en la provincia de Pallasca, dos angostas líneas ferroviarias zigzaguean a través del difícil terreno y convergen en una para seguir por el valle del río Santa y virar a Chimbote.

América para los norteamericanos, perdón, América para los americanos. Estados Unidos dicta las normas, Manuel Prado es Presidente, es el nuevo entreguismo para el nuevo colonialismo, ya lo volvería a decir Miguel de Unamuno “Y, en cambio, ahí están los grandes rapaces de la historia americana: Daza, Prado, etcétera: ¿qué hicieron con el fruto de sus rapiñas?. Ir a gastarlo a París o a cualquier otra parte. No eran grandes ambiciosos, no eran hombres sedientos de gloria; eran codiciosos, sedientos de goces”.
Regando charcos con petróleo
Estados Unidos dicta las normas y crea instituciones de apoyo, desde hace tres años atrás, por medio de un programa cooperativo de salubridad y sanidad en las repúblicas americanas. La lucha de los países de América contra las enfermedades no es nueva, ya en 1873 se efectuaron algunas reuniones regionales con la idea de dominar ciertas epidemias, y la Oficina Panamericana de Salubridad ha estado funcionando desde hace mucho tiempo, pero nada de lo hecho se puede comparar con el programa de salubridad que se formuló en la Conferencia de Río de Janeiro a principios de 1942. Hoy día hay más de trece mil personas de ambos sexos ocupados en la tarea sanitaria panamericana, algunas proceden de Estados Unidos, pero los más son de los países latinoamericanos. Parte de su trabajo consiste en proteger la salud de hombres que también desempeñan trabajos importantes aunque de otra índole, por ejemplo, los caucheros del valle del Amazonas, los mineros que arrancan al subsuelo sus tesoros, los cargadores de los puertos y los campesinos que recogen los frutos de la tierra. La misión de esos hombres, esparcidos en todo el territorio de América, es satisfacer las necesidades de las Naciones Unidas, y su participación es comparable con la de un soldado en el campo de batalla, las bajas que producen las enfermedades entre ellos son comparables con las que causan las balas entre las tropas. El objetivo de la campaña sanitaria interamericana es evitar esas bajas o reducir el periodo de inutilización cuando ocurran.
Casi todos los países que hicieron convenios cooperativos, después del ataque a Pearl Harbor, los han prolongado por un término de dos años. Los arreglos estipulaban que los Estados Unidos prestarían cierta asistencia técnica y monetaria por intermedio del Instituto de Asuntos Interamericanos, y que cada nación interesada aportaría el resto.
Que las enfermedades no respetan fronteras está probado por el hecho de que reinan en el sur de los Estados Unidos, tales como el paludismo, la disentería y las afecciones parasitarias hacen estragos igualmente en muchas repúblicas del sur.
Un análisis practicado recientemente revela que se han terminado o están en vías de realización unos setecientos trabajos de diversa naturaleza en las repúblicas americanas. Se han llevado a cabo unas trescientas obras de mejoramiento local, tales como la destrucción de criaderos de mosquitos, la construcción de acueductos y cañerías, y muchas otras obras semejantes. Se han erigido ciento cuarenta edificios para hospitales, clínicas, enfermerías y dispensarios, y, se ha prestado ayuda a doscientas instituciones. Se han practicado estudios de ciertas enfermedades, y se han abierto cursos de instrucción para enseñar a los que deben velar mañana por la salud pública. Las obras de sanidad que se han emprendido son tan variadas como los propios recursos de los países americanos, y abarcan desde la instalación de puestos para combatir el paludismo hasta la construcción de clínicas en ciudades grandes como Santiago de Chile. Hoy cuenta cada nación con cuerpos de peritos sanitarios y de médicos que han estudiado en las mejores universidades del continente y practicado en los mejores hospitales.
En tal sentido, el agua para consumo humano e industrial llegará a Chimbote desde allá del mismo valle de Santa, al norte del pueblo, donde se están construyendo grandes pozos tubulares. Además se está construyendo un canal de desagüe para eliminar así los charcos o criaderos de mosquitos que son una de las principales causas del desarrollo del temible paludismo, así mismo los charcos son regados con petróleo para matar las larvas de los temibles mosquitos. No sólo los médicos e ingenieros del proyecto sino los obreros gozan también de cómodas, higiénicas y modernas viviendas para proteger su salud.

La fuerza motriz será producida cuando se atajen en una represa las torrenciales aguas del río Santa.
Los yacimientos de hierro están mucho más remotos, aproximadamente mil trescientos kilómetros hacia el sur, pero tan próximos al mar que será fácil llevar la mena en barcazas hasta Chimbote.
La tarea de construir la represa, base fundamental del nuevo desarrollo industrial, fue acometida recientemente. Pero ello no fue idea nueva, por mucho tiempo se vio en esas aguas un preciado tesoro para quien pudiera contenerlas y convertirlas en fuerza eléctrica.
Cierto día, antes de la primera guerra mundial, un joven ingeniero peruano pasaba por el escabroso Cañón del Pato, cerca de Chimbote, cuando se le ocurrió medir la vertiente del río. Después de caminar varios kilómetros consultó su barómetro aneroide, resistiéndose a creer lo que veía. Para comprobar la lectura del barómetro volvió atrás del terreno andado, obteniendo de nuevo el mismo resultado: un declive de mil cuatrocientos pies en solo diez kilómetros. He aquí, se dijo, fuerza suficiente para mover turbinas y producir electricidad suficiente para una colosal industria.
Y hoy, en ese mismo desfiladero del valle Santa, se levanta un campamento al que sus setecientos moradores llaman “Hidroeléctrico”. Esos mismos obreros levantan sobre la roca viva una obra que rendirá ilimitados beneficios al Perú, la central hidroeléctrica del Cañón del Pato. Varios edificios han sido construidos: un hospital, una escuela, talleres, oficinas y trece viviendas que alojarán, algún día no muy lejano, al personal que tendrá a su cargo el funcionamiento de la planta hidroeléctrica. Los planes son instalar cinco generadores, cada uno capaz de producir veinticinco mil kilovatios. Se espera que dos de ellos estén construidos para fines del año 1945.
Hidroeléctrico

Simultáneamente, Chimbote se transforma de una aldea agrícola en un importante puerto de mar. Numerosos camiones arrojan en el pacífico toneladas y toneladas de rocas arrancadas por la dinamita y las grúas en las inmediaciones del pueblo. Dentro de poco el promontorio artificial de rocas se adentrará dos mil seiscientos pies en la bahía de Chimbote. A su extremo se construirá un muelle de concreto, equipado con moderna maquinaria apropiada para el transporte de carbón y de mena de hierro. Mediante estos nuevos métodos que permiten cargar cuatrocientas toneladas por hora, será posible para un barco que llegue de noche zarpar de nuevo a la mañana siguiente. Además una profundidad de veintiséis pies permitirá a los barcos atracar al muelle. Ya está construido un muelle más pequeño que se extiende mil trescientos pies desde la costa provisto de cuatro grúas, para ser usado por embarcaciones más reducidas. El Perú importaba casi todo el carbón que consumía, ahora, después de toda esta asombrosa transformación, ha exportado en cinco meses dieciocho mil toneladas de carbón con destino a países vecinos.

Muelle
Cuando la producción anual de carbón en Chimbote llegue a las trescientas mil toneladas que se calculan, el Perú también será dueño de una reserva de noventa mil toneladas de residuos de carbón (finos) que no son atractivos para la exportación. Estos fragmentos pueden mezclarse con brea para fabricar coque, que a su vez servirá de combustible en los hornos y fundiciones que convertirán a Chimbote en la Ciudad Siderúrgica del Perú; como también pueden mezclarse con melaza para fabricar briquetas para exportación. Los ingenieros han procedido a ensayar perforaciones en la zona de Marcona, al sur de Chimbote, e indican que el terreno guarda millones de toneladas de mena de hierro.
Por ahora no se podrá construir la fábrica de acero, ya que por las condiciones bélicas es imposible conseguir maquinarias. Pero de acuerdo a los planes estará dotada de un gigantesco horno con capacidad para trescientas toneladas, así como toda otra clase de maquinaria moderna. Posiblemente la escoria que quede será utilizada para producir cemento, esto a su vez será el comienzo de otra industria.
Así mismo, el gobierno peruano proyecta desarrollar otras industrias para poder ofrecer gran variedad de productos al mercado exterior y para satisfacer las necesidades de la creciente población en la región.

Para coordinar todas estas actividades de fomento industrial fue establecida la Corporación Peruana del Santa, con un capital autorizado de cien millones de soles subscritos por el gobierno, quien ya ha satisfecho cerca de una octava parte de esa suma. De acuerdo con los planes el gobierno controlará las empresas de servicio público, como son, la central hidroeléctrica, los ferrocarriles y las minas. Mientras tanto se estimulará a la industria particular para establecer fábricas y hacer uso de todas esas facilidades. Y también, se instalarán cantinas por doquier y burdeles hasta el amanecer para tranquilidad de la masa trabajadora.

–Está mal este artículo, todo el mundo sabe que la distancia de Lima a Chimbote no es más de 440 kilómetros –comenta el lector.
–Depende, depende de si se mide la distancia por tierra, aire o mar –sustenta el ingeniero.
–La medición tendría que ser en línea recta, en tal caso hay 370 kilómetros –afirma el matemático.
–Bueno, son datos nuevos de fuentes nuevas, todavía no son historia –aclara el historiador–, pero, cuándo y cómo nació Chimbote.
–Chimbote nació cuando, los serranos llegaron en manadas..., cuando los moches..., cuando los chavín..., cuando los españoles fundaron el Casino Español. Antes que utilizaran como pretexto el terremoto del año 1970 para levantar la línea férrea. Antes que la siderurgia estatal fuera tratada como tierra de nadie. Antes que la pesca fuese un pretexto para traficar con cocaína. Chimbote nació antes que Monseñor Bambaren se santificara en vida en la Catedral de Nuevo Chimbote, mucho antes que el cadáver del Monseñor desapareciera de las catacumbas del cerro de La Paz para ascender al cielo. Chimbote nació como Dios manda, un día cuando él aún no estaba enfermo.
–Datos que tendrás que escribir para yo tener que contar –responde la historia.

Canal de desagüe

3 comentarios:

  1. Chimbote nació un día cuando Dios aún no estaba enfermo.

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  2. Muy bien explicado. Tan Sistematico que le dio el punto en la i. Metaforicamente , Nuestro Puerto es de todos los que hemos Nacido en su Flora en su Pureza en su Eden Inocente de aquellos dias asi es Y sera Siempre en el corazón de cada Chimbotano.

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