Éramos Rhazú, Renzo y yo, a las afueras del Muelle Gildemeister, quienes percibíamos el ambiente como un videojuego de aventura, a la espera -y en posición de ataque- de algún mutante pescador con lanza en mano que se le ocurra atravesarnos como anticuchos. Los mutantes parecían sólo coquetear con nosotros, pues se acercaban y alejaban, mirándonos como bichos raros pero sin intenciones de atacar. Poco a poco nos dimos cuenta que no había que temer, que los mutantes no nos harían daño y que habíamos pasado victoriosos nuestro primer nivel.
El limpiar la superficie mugrienta quizá nos de algunos bonos-pensé.
Mmmmmhhh…ese olor, el mismo olor del que se quejan todos los foráneos cuando llegan por trabajo o de visita a nuestro puerto, adquiere aquí, en el muelle, una intensidad tal que invita a rascarse la nariz a cada momento. Los pelícanos nos recibían desde todas las extensiones del muelle, correteando entre pescadores y cutreros, picoteando de cuando en cuando un pescado, huyendo de los niños, alzando vuelo una y otra vez.
- Choche, ¿podemos entrar?
- Está una quina la entrada – me detiene una voz áspera.
- ¿Una quina? Oe pero si afuera dice que el puerto es nuestro.
- Paga nomás-me dijo Rhazú apoyado, luego, por Renzo, quien me pidió prestado para su entrada - Sí Juan, paga mi quina también.
Un nuevo fulano -que por sus características físicas podría bien decirse que era el infernal Caronte- nos detuvo en la puerta extendiendo su mano para reclamar el pago por derecho de admisión. Me pregunto si el tipo no me estará viendo la cara de cojudo al cobrarme porque según mis conocimientos y analizando el contexto no sabría qué fin útil tendría ese dinero. A regañadientes mis compañeros y yo soltamos la moneda mágica que nos permita abrir el sésamo y cruzar la gran divisoria entre el mundo real y el limbo de los pescadores. Ya dentro, descubrí, a cada paso, el interesante rol protagónico que cumplían los pelícanos en la puesta en escena del paisaje: si bien la intromisión del hombre había malogrado su dulce vivir, éstos respondían invadiendo las laderas de todo el muelle cagando por doquier, secundados, también, por la salinidad del mar que deterioraba a pasos agigantados el complejo de una infraestructura que sólo ostentaba 54 años de antigüedad.
Todo era en efecto hermoso, ¿hermoso? sí, hermoso. La belleza estaba ahí, en los detalles más desagradables: en la basura sobre el mar, en el menoscabo de la maquinaria, en la caga de los pájaros, en el olor fétido, en las letrinosas orillas y el agobio de sus trabajadores. En general era la belleza que nos contaba una historia: de cómo la naturaleza había jodido tanto para lograr hacer de las suyas sobre las impertinencias del hombre.
La belleza de un reducido espacio de donde los reyes del mundo adolecían las injurias de la naturaleza.
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Les invito a ver este vídeo íntimo y amaetur que no tiene forma ni intención, pero que no desmerece su registro gráfico del contexto sobre el propio muelle.
ESTIMADOS AMIGOS , NUESTRA VOLUNTAD SIEMPRE EMERGERA DE UN CRISOL YACENTE DE IDENTIDAD CULTURAL, NUESTRA VOLUNTAD SIEMPRE SERA HACER CULTURA PROPIA , CUIDAR NUESTRA BAHIA, NACI FRENTE A ESTA HERMOSA BAHIA BLANCA CUAL MANTO AZUL DONDE LAS PARDELAS DAN SU SONORO Y AGUDO CANTO TROPICAL.
ResponderBorrarLOS FELICITO Y SEGUIR ADELANTE....
Me encantó, me encantó, me encantó!!
ResponderBorrarJu.An, contagias toda esa emoción que sientes. Con tus palabras haces que quien lo lea, quiera conocer el muelle Gildermeister!! cuando me llevas? ;)
No sé si leiste lo que te envié por el msn, pero por si las moscas, acá copio lo que te dije respecto de este relato luego de una primera y rápia lectura:
ResponderBorrar[InFAME][el 22] LOS TIPOS DUROS NO BAILAN dijo (03:01 a.m.):
dos cosas
[InFAME][el 22] LOS TIPOS DUROS NO BAILAN dijo (03:03 a.m.):
es una tristeza, me parece, tener que explicar(supongo que pensando en el lector mayoritario)que caronte es el barquero del inframundo
[InFAME][el 22] LOS TIPOS DUROS NO BAILAN dijo (03:05 a.m.):
y en cuanto al tono, me parece, muy solemne para el lugar que describes, por lo pronto es lo que me parece.
Un abrazo.
excelente articulo...felicitaciones chicos....
ResponderBorrarexelente..¡¡
ResponderBorrarmuy particular tu forma de ver el muelle.el contraste perfecto entre la naturaleza y las acciones del hombre que nunc termina por conciliar cuando hay cabos sueltos y cosas por concretar en una ciudad de pescadores...
Juan:
ResponderBorrarTe felicito y agradezco que incluyas a "mi" muelle dentro de la temática de tus escritos. De niño yo iba para allá a "recursearme" (pequeños trabajos a cambio de pescado). Tus líneas evocan a un muelle que no es muy diferente de las olas que lo golpean: como que se van, pero siempre están presentes. Por lo menos, esa es mi relación personal con el muelle, nunca se me fue del todo.
Keep up the good work.
eduardo