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miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL HOMBRE DEL ESPEJO (SEGUNDO ENCUENTRO)

No resisto las ganas de  verle de nuevo a la cara. Necesito hablarle. Escuchar su voz de ultratumba respondiendo con firmeza a mis preguntas. Es de madrugada y aunque traigo el peso de varias malanoches encima de los ojos, le doy la contra a la fatiga y salgo en busca del hombre al que esta mañana  - después de muchos meses -  conseguí robarle por primera vez unas cuantas palabras. El espejo es el mismo, aunque luce algo opaco por la transpiración del ambiente que se vuelve cada dìa màs sofocante ante la presencia del verano. Doy un par de pasos hacia el frente y lo veo asomarse somnoliento a darme al encuentro, como si hubiese estado esperando de antemano mi presencia. "Sabía que no aguantarías hasta la mañana para hablar de nuevo". Cómo lo sabe. Por qué me mira así ahora. "!Vamos, empezaràs con tus preguntas o prefieres que yo te las haga!", vuelve a decir. Al oírle hablar en ese tono tan resuelto dudo de que sea el mismo hombre con el que hablé horas antes, pero las cicatrices de su rostro no mienten. !Es él!. Destrozo la duda con un suspiro de alivio y empiezo a marcar el rumbo de nuestra conversación...


- El desamor está marcado en su rostro...Reconocería esas cicatrices aún en la negrura de la noche más oscura.. 
No lo niego. Aunque he tratado de borrar estas marcas, cada vez que lo consigo alguien se esmera por hacerlas rebrotar. El amor es la cosa más ilógica que existe. Inverosímil en todos sus extremos. Angel y demonio. Un truhán que tiene miel en los labios y lleva amarrado a la cintura el látigo.
- Quién lo escucha pensaría que no cree en el amor.
La divinidad nos diseñó para sentir. El ser humano necesita emocionarse para saberse vivo. Sino ama muere. Yo, a pesar de ser sólo un reflejo que soporta los inviernos en solitario he respirado el amor, pero también  me intoxiqué con el desamor y quedé, un par de ocasiones, al borde de la muerte. Aunque suene ridículo, en algún tiempo no muy lejano de esta realidad, me desviví por las mujeres que amé.
- Amó mucho?
Amé las veces que pude, aún cuando no me permitieron amar lo hice. Esta marca que vez aquí, la de mayor tamaño y profundidad (me muestra su torso desnudo, señalando con el pulgar  derecho a la altura del corazón) se la debo a la mujer que me entregó más amor que ninguna. Después de ella no he vuelto a sentir la misma entrega en otras mujeres.
- Pero si dice que aquella mujer lo amó tanto por qué le dejó esa herida?
Por cojuda.  La cojudez es el estado insólito del amor. Una mañana te aman con locura y al día siguiente se topan con el pasado y pierden el control. Naufragan en las dudas, te joden la vida. Ya lo dijo Wilde: "La mujer ha nacido para se amada no para ser comprendida".
- Y a qué mujer amó más...
Podría contar, fácilmente, a las mujeres que han pasado por mi vida con los dedos de una de mis manos, así que no tengo muchas opciones para responderte. Ella lo sabe. Hace unos días  me habló para decirme que extrañaba el amor que le entregué, deslizó en sus palabras la posibilidad de volver; pero esta vez fui yo a quien le tocó hacerse el cojudo.
- Talvez al hablar con ella sintió que aún la amaba.
Experimenté el mismo estado de dependencia y sumisión que viví durante el tiempo que mantuvimos la relación. En ese entonces debía saber de ella y ella de mí a cada momento, nos desgastábamos hablando por teléfono horas de horas, la memoria de los celulares estaban  abarrotadas de mensajes de texto... Cuando apareció de nuevo me vi amenazado por ese truhán al que asfixié con mi almohada una madrugada; al parecer gracias a algùn tipo de encantamiento consiguió renacer, pero yo decidí, como te dije, hacerme el cojudo.
- Está enamorado?  
No responderé eso, pero a qué crees que vengo aquí todos los días. Por qué razón mi barba avanza prodigiosamente en mis mandíbulas sin que nadie le ponga freno. Estas cicatrices tienen nombre propio, silueta y aliento de mujer...No diré más, ya ha sido suficiente por hoy, ve a descansar...

El hombre no me da tiempo para otra pregunta. Se despide de mí con una mirada de compasión. De manera sincronizada ambos  nos damos la espalda y mientras que él vuelve a su mundo de espejismos y reflejos, yo deambulo, tratando de perderme, en el pasillo que conduce a mi habitación....

2 comentarios:

  1. Wilde se confundiò, tanto varones como mujeres son la misma cochinada, la frase es:
    El ser humano naciò para ser amado, no para ser comprendido.

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