Fotografía: Propia
En un lugar de Chimbote, cuyo nombre no quiero recordar, atendía en la barra de un karaoke bar una acostumbrada joven atractiva, delgada, trigueña, cabellos castaños al pomo y ojos relucientes. Su nombre era Camila y se cuenta que tenía diecinueve años de edad, estudiaba educación en alguna universidad y tenía enamorado a quien en apariencias le guardaba mucha fidelidad.
Se dice que los terribles acontecimientos dieron inicio el 23 de diciembre del 2009, a vísperas de navidad y horas antes de su trágico cumpleaños, cuando un tal Luis Alonso, joven agraciado y algo atolondrado le fue a visitar en su centro de labores acompañado de un amigo.
-José José, vamos a ver a Camila, ella trabaja en un karaoke, por acá nada más.
-Pero estoy cansado, pucha qué espeso eres, recién acabo de trabajar y mañana tengo examen.
-Vamos oe. Hoy por ti, mañana por mí. Vamos, hazme la taba.
Después de tanto rogarle a su queridísimo amigo, José José al fin accedió
-José José, esa flaca está buena y acaba de terminar con su enamorado, eso parece según he revisado sus redes sociales. Así que puede ser con ella. Pucha, antes me decía a cada rato para ir a visitarla o salir, pero nunca iba porque tenía enamorado, y a mí no me gusta ser el que pone los cuernos a los demás. Eso no va conmigo. Pero ahora sí se puede pues.
-Anda cojudo, si a mí me contaron que hiciste algo con la flaca de mi amigo Carlos Arturo en tu congreso de Tingo María. Pucha, ese pata es buena gente on, tú eres un bendito pendejo.
Mientras así conversaban, así llegaron al susodicho karaoke bar. Desde las afueras del local vieron a una dulce joven en la barra algo cansada y pensativa. Luis Alonso pensó: “está sola, es hora de atacar.”
-¡Luis Alonso! ¡Y ese milagro! Al fin te animaste venir a visitarme-con gran júbilo Camila le saludó.
-Hola Camila-sonriendo le da un muy cariñoso saludo.-¿Cómo te ha tratado la vida? Por lo visto te mantiene guapa como siempre.
Le presentó a su amigo José José, pidieron una jarra de cerveza para justificar su visita y se prolongaron en una y mil conversaciones gustosas y coquetonas, y así permanecieron hasta que Camila le pidió a Luis Alonso que le cantara una canción.
-Listo. Te cantaré esta de Miguel Bosé: El Amante Bandido.
-Eres un loco, ¿cómo que amante bandido?-ruborizada respondió la buena de Camila.
Y así lo hizo, cogió el micrófono y sin vuelta que darle cantó…
Yo seré el viento que va
navegaré por tu oscuridad
tu rocío
beso frío
que me quemará…
…Seré tu amante bandido, bandido
corazón, corazón malherido…
…Seré tu héroe de amor…
Aunque aquella voz deshonraría al propio Bosé, los tragos y la alegría hicieron de ese canto una jocosa demostración. Pronto la felicidad y la algarabía de los jóvenes se terminarían con la llegada de un misterioso regalo: Era una caja pequeña según se cuenta, con un papel de regalo color negro entero, y una cinta roja que lo envolvía por los centros. Los sencillos detalles de la presentación llamaron la atención de los tres jóvenes y de las otras azafatas del local. El regalo, iba acompañado de una intrigante tarjeta negra escrita con tinta roja la cual decía:
Para Camila:
Yo seré el viento que va
navegaré por tu oscuridad…
Luis Alonso y los demás se inquietaron…era la primera frase de la canción que recién había terminado de cantar. Sea pura coincidencia o sea el destino, Luis Alonso sin hacerse muchos problemas se apresuró a decir:
-Ese regalo ha de ser mío. No lo vez. De mí, para ti.
-Cállate mentiroso, este regalo no ha de ser tuyo, como dices. Me llegó este regalo porque hoy es mi cumpleaños, ya pasaron las doce de la noche. Hoy cumplo veinte años.
-Ve, no jodas…que sí. Pucha amiga, feliz cumpleaños. No tenía ni la más remota idea. Ven para darte tu abrazo.
El cuerpo de ambos se escarapeló, y ni uno ni otro supo discernir si tal estremecimiento fue por las hormonas encendidas por el apretón o por la extraña procedencia de tan misterioso obsequio. Sea como sea, después de haber recibido Camila de todos su correspondiente abrazo, la rodearon a la espera que desenvuelva el presente ya que el chisme era más poderoso que el miedo.
-Sin misterio, sin misterio…-decía José José mientras ella lo descubría con parsimonia.
-Sin misterio, sin misterio…-decía José José mientras ella lo descubría con parsimonia.
Dentro había una caja joyera negra de ribetes dorados. Todos se imaginaron que se trataba de un par de aretes, un collar o cualquier otra alhaja. Pero, oh sorpresa, era un dije, un precioso dije, muy particular y muy diferente de cuantos dijes se hayan visto. Era de oro de veinticuatro quilates, y tenía la forma de una chacana, cuyos bordes en alto relieve eran recubiertos genuinamente con llamativos brillantes.
Es natural del oro refulgir, pero este refulgía en demasía y llamaba la atención de cuantos ahí estaban.
-Me he quedado estúpido, es un regalo hermoso, una vez escuché a un amigo llamado Carlos Arturo decir que en esa forma se encierran todos los misterios de la cosmovisión inca…bueno, no recuerdo más, pero de la manera cómo me lo contó…es muy bueno contando cosas.
-Oye a cada rato mencionas a ese tal Carlos Arturo ¿Tu marido, no?-reclamaba Luis Alonso y los tres rieron.
Camila guardó el regalo bajo su sostén, y José José anunció su retiro so pretexto que debía rendir al día siguiente un examen. Ambos resolviéndose solos conversaron un poco más hasta que Camila decidió solicitar permiso para marcharse temprano.
Cuenta la dueña del local que salieron a las tres y media de la madrugada y como recompensa de su entrega en el trabajo le adicionó cien soles a su pago semanal. A las afueras del local mientras se dirigían a cualquier lugar de la calle, Camila, desprendía una emoción inusitada, prometiendo divertirse como si ese fuese el último día de su vida, en tanto Luis Alonso, le seguía la corriente, siendo condescendiente con su felicidad efímera. Y entre una sonrisa y otra bajo el manto perverso de la noche se desplomó un cartel publicitario de un local comercial cerrado que de no haber sido por la rápida reacción de Luis Alonso, ya no habría Camila con quien celebrar. Sin perder el entusiasmo, ambos rieron a carcajadas con los nervios atizados, luego del frustrado accidente.
-Pucha amiga, al parecer el destino te quiere muerta en tu cumple.
-Me salvaste, gracias Luis Alonso. Eres mi héroe.
-Obvio pues. Recuerda…seré tu héroe de amor como dice la canción…
Y así iban sin rumbo hasta que, según se cuenta, Luis Alonso le propuso a Camila conocer su casa. Se habían llevado muy bien siendo aquella la primera vez que salían; y en tales circunstancias quizá imaginaron hacer algo más que sólo conversar, quizá y sólo quizá. Aunque más de una pueda adivinar las coquetas intenciones de Luis Alonso.
En ese entonces Chimbote lucía como una ciudad de post-guerra, ya que pistas y veredas habían sido destruidas por el cambio generalizado de tuberías que tomaba más tiempo de lo normal repararlas por la gestión edil, como quiera que sea todo era un desastre. Ello ocasionó que los dos jóvenes, que por ahí andaban, no repararan en ver, a causa de toda la polvareda, a tres hombres de apariencia sospechosa. Luis Alonso era alto y fortachón, pero ellos le aventajaban en número y también en edad, pues Luis sólo era imberbe jovenzuelo. Y estuvo a punto de pasarlos de largo cuando los tres sospechosos no dudaron en irse contra él, hasta arrinconarlo contra unas rejas de un portón de acero. Luis Alonso apelando a su virilidad, los empujó tan fuerte como pudo combatiendo contra los ellos a empujadas y jalones. Tanto duró la batalla que los delincuentes cedieron ante Luis Alonso, no sin antes aprovecharse de la más débil. La pobre Camila no tuvo otra opción que arrojar su cartera donde tenía ciento setenta soles y su moderno celular. Ni bien se hicieron de ella, abandonaron corriendo la escena.
-Dime hay algo en tu cartera-apresurado preguntó Luis Alonso.
-Sí, ciento setenta soles y mi celular.
Los persiguió tanto como pudo hasta que los facinerosos subieron a un colectivo que tenía por línea de transporte suburbano el número 30. Trató de apuntar el número de placa pero sus lentes de contacto color gris impidieron captar con atención la imagen. No tuvo más opción que maldecir de impotencia al sentir su virilidad aplastada: “Lo siento, lo siento mucho.”
-Al menos, no me quitaron el dije de oro-sonrió.
Luis Alonso cargaba una culpa muy grande, aunque Camila no le reclamaba nada. Tan triste estaba que le dio importancia al brazo izquierdo que sangraba.
-Vamos a mi casa para darte un vaso de agua - cabizbajo le dijo Luis Alonso, aunque con una sonrisa de triunfo bajo los labios.
La madre de Luis Alonso contó que su hijo entró a la casa alrededor de las cuatro y media de la madrugada. Ella dijo que como madre un peligro muy grande presentía.
-Hijo, echa cerrojo-gritó su madre desde el segundo piso donde dormía.
-Ya mamá duerme, y no hagas bulla-respondió el hijo mientras entraba de puntillas con su amiga al salón de visitas.
La madre aunque cansada, bajó las escaleras al primer piso como nunca lo había hecho, Luis Alonso entonces, mandó a su amiga a esconderse detrás de una de las tantas puertas que habían. Su madre pasó por el salón de visitas y se fue hasta el baño del primer piso habiendo baño en el segundo. La pobre Camila nerviosa y angustiada aguardaba la señal de Luis Alonso quien esperaba que la invasora madre regrese a su cuarto. Pero no fue así, pues cuenta la madre que se fue a echar encima de los muebles del salón de visitas.
-Qué pasa mamá.
-Qué haces hijo acá.
-Estoy leyendo el periódico, hablan de un escuadrón de la muerte que mata a esos malditos ladrones de Chimbote.
-Esos desgraciados deben morir. Te voy a acompañar hijo, me voy a quedar a dormir aquí encima del sofá.
Luis Alonso echó a reír tan fuerte, quizá de nervios, quizá de cólera, que cuando éstas risas se disiparon, determinado le increpó a su madre:
-Mamá, sal de acá. Tú de cuando acá te vienes a comportar así. ¿Quieres llamar la atención, no? Fuera de acá, ándate, ándate.
-Hijo, qué te pasa. Soy tu madre, por qué me botas así.
-Sal mamá, sal…ya anda duerme, quiero estar solo. Fuera de acá, ya me amargaste la noche.
Mientras así le decía le tomó de los brazos y haciendo un poco de fuerza le hizo subir a su cuarto, su madre confundida, muerta en sueño no hizo más que entrar a su cuarto a dormir. Cuando regresó el amante bandido al salón de visitas, le hizo la señal a su amiga para que pueda salir. Se dio cuenta que en el trance el taco de sus sandalias se había roto. Luis Alonso le pidió disculpas de todo corazón y le prometió con un mirada llena de determinación que le ayudaría a recuperar todo lo perdido. Le cogió las manos con una ternura maliciosa, para darle según él para muchos ánimos, y dándose o no dándose cuenta, se acercó tanto a ella diciéndole muchas suaves palabras que su rostro cada vez se pegó más al suyo jugando con sus cachetes hasta que Luis Alonso contorsionando su cuello como una serpiente llegó a los labios de Camila quien recibió el beso al primer intento. Los besos duraron cerca de dos horas, y sólo fueron besos y no podían ser más, así hubiera querido Luis Alonso que otra cosa pasara, pues mientras que el amante bandido movía sus pecadoras manos por donde no debía mover, Camila constantemente las hacía a un lado.
-No puedo hacer lo que tú quieres, tengo enamorado-le dijo.
-Lo siento, pensé que estabas sola.
Conturbado se sintió Luis Alonso, otra vez hacía cachudo a alguien más y eso realmente no le gustaba. Pues al parecer se había prometido nunca más hacerlo. Pero como el pecado ya estaba hecho, no tuvo opción que seguir cometiéndolo.
Cuenta el padre de Luis Alonso que fueron las siete de la mañana cuando sintió que su hijo salió a la calle muy apurado. Apenas lo observó, delante de él creyó ver una silueta femenina a la que no dio mucha importancia. Era una mañana fría con un horrible panorama. Tomaron un colectivo, le acompañó Luis Alonso hasta su casa para que ningún otro mal le suceda; y así casi se despiden hasta que se escucha por alguna casa el inicio de alguna canción.
“Yo seré el viento que va
navegaré por tu oscuridad…”
-La canción que te canté-le dijo sonriente y coquetón-, pero que raro dejó de sonar. Bueno, al menos no dejé que te hicieron daño, y protegí tu cabeza de esa cosa que te iba a caer encima. Yo seré tu héroe de amor…-empezaron a reír recordando la canción.
-Sabes, lo que más pena me da de todo esto es que mi madre que vive en la selva me iba a llamar a la hora que yo había nacido, es decir a las siete y media de la mañana. Y creo que falta muy poco-ninguno de los dos tenía algún reloj o celular con el que ver la hora en aquellos instantes.
-No te preocupes, hasta ahora lo peor ya pasó…-Camila muy cerca de la pista, le regalo una sonrisa de agradecimiento a Luis Alonso, sonrisa que él nunca pudo corresponder.
Cuentan los vecinos que a las siete y media de la mañana un carro negro de lunas polarizadas arremetió con tal velocidad a una joven que dio tantas vueltas en el aire que al caer a la pista sonó con tal estrépito que produjo un inmenso charco de sangre. Dicen que el carro desapareció y que a lado de ella se quedó un joven petrificado y catatónico que apretujaba con locura en sus manos un papel negro al que nadie le dio importancia pero que decía:
Para Camila:
Yo seré el viento que va
navegaré por tu oscuridad…
Nadie encontró el extraño dije de oro…
Tienes una estilo original y entretenido de contar las historias, sabes, jaja esas palabras tan tuyas al emplearlas hacen de ella entretenida, me agrado la historia, pero creo que si pensaste en una historia algo temerosa o terrorífica ubiese tenido que ser un poco diferente...un poquito de más suspenso talvéz.. jee, pero estuvo buena!
ResponderBorrar**Karenshita Steph**
Tragica, pero lo terrorifica--- no eslo tuyo,,,sin embargo me enamora todo lo que escribes, pork para escribir hay 1ero k procesar en la mente y obviamente tu mente es brillante y genial!!!... el dulce gesto de kerer ayudarle a conseguir lo perdido :$...no es facil ayudar a recuperar lo perdido!!!,,,
ResponderBorrarUna historia buena en realidad, quizá mas suspenso, pero el personaje de la chica como que le dá un poco de melancolia (waly)
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