Texto: Marco A. Silva Mantilla
A una hora y media de navegación, partiendo desde el muelle de ENAPU, siguiendo
la ruta en dirección al oeste de la Isla Blanca, se encuentra uno de los pocos parajes
naturales de la Península de El Ferrol donde la mano del hombre no ha causado
mella. Con la apariencia de un eslabón perdido, las “Loberas de El Ferrol”,
representa un ecosistema interesante y atractivo para el turismo como lo es la Bahía
de Paracas.
La travesía hasta Las Loberas es un recorrido majestuoso. Mientras la embarcación se va acercando al destino esperado, las aguas del mar recobran su color cristalino y puede apreciarse a las aves guaneras, guanayes, piqueros y pelícanos volando al ras de las aguas. Es una vista que encandila a los amantes de la naturaleza y la fotografía.
Antes de llegar a las Loberas se aprecia una inmensa ventana conformada
por peñascos, conocida como “El Hueco de la Vela”, a través de la cual puede
mirarse el mar del otro lado. Una vez en Las Loberas la presencia de los lobos
marinos de tipo chusco y los machos alfa nos otorgan una vista dinámica. Para
no alterar la tranquilidad de los animales, la embarcación es anclada a unos
cien metros de distancia, desde donde se puede apreciar la convivencia de los
lobos en todo su esplendor. Las manadas, tendidas en la roca reposan mientras
que los más inquietos juguetean a sus anchas brindando un curioso espectáculo;
algunos mamíferos se sumergen en el mar para refrescarse o en busca de su
alimento (peces). La presencia de intrusos no altera el ritmo de vida de esta
especie animal que ha podido preservarse a mansalva del depredador humano. Sin
duda alguna Las Loberas merecen un reconocimiento público para su explotación
turística, cuidando siempre de no congestionar este hábitat natural, para
asegurar su preservación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Vamos, no seas tímido. Exprésate. Comenta.